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Ser un excelente profesor

Image credit: <a href='http://www.123rf.com/photo_11681262_cute-schoolgirl-writing-a-while-her-teacher-is-talking-in-a-classroom.html'>wavebreakmediamicro / 123RF Stock Photo</a>

Por: Hilda Ruth Flores Muñoz

La calidad educativa se ve muy influenciada por la calidad  de los profesores. Ser un excelente profesor tiene muchas connotaciones. Alejándome de los conceptos de profesionalización y actualización docente, y centrándome en lo que realmente sucede en el aula, comparto a continuación mis principales hallazgos y reflexiones sobre lo que implica ser un excelente profesor.

Ya sea que hayamos tenido la oportunidad de estudiar en un sistema educativo formal o no, podemos identificar a nuestro mejor profesor. ¿Qué cualidades tenía? ¿Cómo daba sus clases? ¿Por qué me impactó tanto? Hacer el ejercicio de recordar a esa persona de la cual aprendimos, es importante, principalmente si nos dedicamos a la docencia. 

Ken Bain presenta en su libro “Que hacen los mejores profesores universitarios” las características principales de los profesores excelentes: animan a los estudiantes a aprender; hacen uso de técnicas eficientes para propiciar el aprendizaje de sus estudiantes; utilizan materiales didácticos oportunos y pertinentes, en secuencias didácticas coherentes con los objetivos; activan presaberes en sus estudiantes y los enganchan con los nuevos conocimientos; provocan conflictos cognitivos en los estudiantes y luego los ayudan a equilibrarse de nuevo; diseñan la evolución de más a menos andamios para los estudiantes; promueven la metacognición; enfrentan a sus estudiantes a situaciones reales; motivan a los estudiantes a esforzarse, formular hipótesis en forma individual y cooperativa;  y finalmente;  promueven la autonomía en los estudiantes desarrollando la competencia de aprender a aprender.

Además, Bain lista los principios de los profesores exitosos: crear un entorno de aprendizaje crítico natural; conseguir su atención y no perderla; comenzar con los estudiantes en lugar de con una disciplina; buscar compromisos; ayudar a los estudiantes a aprender fuera de clase; atraer a los estudiantes al razonamiento disciplinar; crear experiencias de aprendizaje.

¿Y qué sucede entonces con las cualidades personales? ¿Son importantes?  Los mejores profesores tienen buena oratoria, lenguaje cálido, dan explicaciones, permiten a los estudiantes que discutan e interactúen. Estas cualidades complementan la base disciplinar y metodológica, pero no la sustituyen.

Me considero a mí misma una persona que está en constante aprendizaje y he tenido excelentes profesores en el ambiente formal e informal. Como docente, procuro emular las mejores cualidades de los mejores profesores, pero principalmente ser auténtica, amar mi profesión y propiciar que mis estudiantes aprendan. En mis consultorías de Innovación Académica, he tenido la valiosa y desafiante oportunidad de apoyar e inspirar a otros docentes. Con mi bagaje académico, mi experiencia docente y mi pasión por la educación, he recibido últimamente dos grandes enseñanzas, de increíbles profesores educadores, que me han evidenciado que aún tengo mucho que aprender:
  • ·         Dos de mis exestudiantes de Ingeniería en Informática y Sistemas: jóvenes talentosos, auténticos y sensibles, que además de ejercer su profesión con excelencia, son docentes y que me animan a luchar por la educación, a no desesperar ante el rechazo de paradigmas arraigados y a no perder la fe. Se han convertido en mis profesores.
  • ·         Mi profesor de alemán: un artista y docente, que plantea diferentes actividades didácticas, que siempre me anima a potenciar mis capacidades, prepara sus clases, modela excelencia, es asertivo en su comunicación, es puntual y desempeña con profesionalismo su función docente. Se preocupa por cada uno de sus estudiantes  como personas, de sus avances y logros y de los puntos que deben mejorar. Da seguimiento y tutoría más allá de los horarios establecidos, siempre con mucho entusiasmo, a pesar de las intensas y agotadoras jornadas.


En fin, todos podemos ser en determinado momento profesores informales con quienes convivimos en diferentes contextos. Si hemos elegido la docencia como profesión, debemos estar conscientes que la mejora continua, la autocrítica y la autorregulación, nos permitirán el camino a la excelencia, en pro del aprendizaje de nuestros estudiantes.

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