Por: Hilda Ruth Flores Muñoz
Los
objetivos didácticos son los resultados pretendidos – aunque existen otros no
pretendidos – en los estudiantes después de un proceso de aprendizaje, como
consecuencia de nuestra actividad docente. Aunque cabe mencionar que los
aprendizajes no sólo dependen de nuestra actividad, sino de otras variables,
como el esfuerzo y capacidad del estudiante.
Para
formular un objetivo didáctico el elegir los verbos adecuados es muy
importante. Como docentes estamos acostumbrados en pensar en términos de
programas, contenidos y materias. Con frecuencia concebimos objetivos de
enseñanza en términos de materias; por ejemplo: un objetivo es saber el tema A,
otro el saber el tema B. En la formulación de objetivos se pone énfasis en cómo hay que estudiar y dar
cuenta de este contenido.
Morales, P. (2010)
Para ampliar
este tema, otro ejemplo:
·
Contenido
de la materia: “la integral”.
·
Objetivos
de aprendizaje:
“Al finalizar la unidad temática el
estudiante será capaz de:
ü Definir en sus palabras las interpretaciones de la integral.
ü Diferenciar cuándo utilizar integral definida o
indefinida.
ü Interpretar la integral según el caso de estudio.
ü Interpretar el resultado de la aplicación de la
integral.”
Algunas
preguntas que realizan frecuentemente los docentes son: ¿por qué el énfasis en
la correcta formulación de objetivos? ¿Por qué tengo que redactar objetivos si
yo – como docente - los tengo claros? Las principales respuestas a estas
interrogantes son:
·
Para
no confundir lo que tenemos que hacer los docentes con lo que tienen que
conseguir los estudiantes.
·
Para
no confundir medios con fines.
Los
objetivos didácticos se pueden formular a nivel general y específico. En la
siguiente figura se explica la diferencia entre los objetivos generales y
específicos. Los objetivos generales se formulan para el final de un proceso de
aprendizaje, por ejemplo: los objetivos que se presentan en el programa de una
asignatura. Los objetivos específicos detallan la forma en que se logrará un
objetivo general.
Morales, P. (2010)
Para la formulación de los objetivos la elección de los verbos permitirá identificar – además del enfoque del tipo de contenido – el nivel de generalidad o especificidad del resultado pretendido en el estudiante.
Morales, P. (2010)
Las consecuencias
de una formulación muy genérica o muy específica de objetivos se resumen en la
siguiente tabla.
Morales, P. (2010)
Retomando
las preguntas frecuentes de los docentes mencionadas anteriormente, sobre la
necesidad de formulación de objetivos, a
continuación las respuestas que los justifican:
•
Permiten
mejor comunicación entre los docentes.
•
Orientan
al estudiante en cómo estudiar y cómo
autoevaluarse.
•
Motivan
al estudiante, ya que son asequibles, indican límites claros, les permite
diferenciar lo más importante y justifica la asignatura.
•
Evitan
el exceso de memorismo, pues el objetivo indica cómo hay que dar cuenta de lo
aprendido.
•
Proporcionan
estructura a la asignatura y permiten diferenciar las fases del aprendizaje.
•
Facilita
la identificación entre lo más y menos importante.
De manera
contraria, la carencia de objetivos
didácticos, o su existencia pero de manera general y ambigua, genera:
•
Dificultad
en evaluar el desempeño de la labor docente en cuanto al aprendizaje de sus
estudiantes.
•
Improvisación
de la evaluación, se notan menos las incoherencias entre objetivos manifestados
y la evaluación.
Los
objetivos didácticos marcan la coherencia entre los métodos de aprendizaje y
enseñanza elegidos, así como los métodos y técnicas de evaluación.
Morales, P. (2010)
La formulación de objetivos didácticos no es una panacea, existen algunos aspectos a considerar:
•
Un
objetivo bien formulado no necesariamente es un objetivo importante.
•
Podemos
decir muy bien cosas muy triviales.
•
No
es fácil formular de manera operativa objetivos importantes.
•
No
todo objetivo específico se debe asociar a pruebas objetivas.
•
Toda
programación debe ser flexible.
Como reflexión final, tenemos que ser conscientes de los aprendizajes no pretendidos en nuestros estudiantes ¿Qué sucede con los aprendizajes, buenos o malos, que ni nosotros pretendíamos enseñar ni los estudiantes aprender? Algunos ejemplos son:
•
Odiar
la asignatura.
•
No
tengo talento, no soy capaz.
•
La
asignatura es inútil, aunque la haya estudiado y haya hecho buenos exámenes.
Como
docentes debemos comprender que no sólo enseñamos con lo que decimos y
explicamos, sino con nuestras actitudes hacia los estudiantes, con la calidad
de nuestro esfuerzo y nuestras relaciones en el aula. Enseñamos con lo que
somos. La evaluación informal puede dar mucha luz de nuestra labor como docentes.
Nos permite conocer cómo somos percibidos por nuestros estudiantes.
Fuente
de referencia
Morales, P. (2010). Evaluación y aprendizaje de
calidad. 5ª. Edición revisada: IGER. Guatemala.
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